Escultora y dibujante argentina, nacida en Junín, provincia de Buenos Aires, radicada en Mar del Plata desde muy corta edad. Profesora de Artes Visuales y Técnico Ceramista, realizó numerosos cursos de perfeccionamiento artístico y docente en el país y en el exterior, España, Italia, Grecia, Alemania, Bélgica, Brasil y Uruguay en 1980, 1982, 1997, 1998 y 2001........(lee mas sobre esta artisSe perfeccionó en el taller del maestro Hidelberg Ferrino desde 1975 hasta 1997, trabajando en común obras monumentales y menores. Realizó numerosos cursos y seminarios de arte y ciencias de la educación en distintos puntos del país . Participó en encuentros provinciales y nacionales de Muralistas, recibiendo distinciones. Participó en numerosas exposiciones de cerámica , dibujo y escultura en la ciudad e interior , inclusive en los "Panoramas de Arte Marplatense" organizado por el Museo de Arte "Juan Carlos Castagnino" de Mar del Plata, Casa de Moneda, Buenos Aires, Salón de Tucumán, etc. Creó el Taller de Arte "Ferrino" y el Taller de Arte Infantil “Caracol”, los cuales dirige actualmente y desde sus comienzos. Creadora del " Plan Educativo de Escultura 2000 para Ciegos y Am-bliopes" actualmente en funciones. Organizó numerosas exposiciones de escultura y dibujo individuales y colectivas. Realiza intensas actividades culturales, docentes y artísticas. Posee obras en sitios públicos y en colecciones privadas.

lunes, 7 de junio de 2010

Roma, la casa de los Césares‏

Imaginen una bombonera preciosa y antiquísima colocada en el exacto centro de un hormiguero. Mientras la bombonera permanece prácticamente intocable, las hormigas producen el efecto de hacer hervir la tierra. Eso es Roma. Con el Coliseo como un mudo (pero no silencioso) punto de partida para la historia, a su alrededor se agrupan las ruinas de un pasado glorioso. Y alrededor la ciudad corre sin la menor pausa hacia todas direcciones. Caminar entre las ruinas nos hizo creernos con nuestras túnicas y peinados enroscados encerrados entre cintas. Cambiábamos las zapatillas por las sandalias imaginarias y mirábamos los capiteles en el suelo, por donde antes por debajo pasaba el César, vencedor y cejijunto...
Roma tiene el encanto de lo inmortal, de lo imponente, de lo glorioso. Y de lo trágico. El Coliseo nos mostraba sus laberintos concéntricos y nos susurraba al oído los lamentos de los cristianos. A Natalia y a mí nos sobra la imaginación, un problema y una suerte. Una suerte porque podíamos valorar más aún lo que se nos ponía adelante. Un problema porque la garganta se anuda al pensar que de esa jaula salía la fiera y de aquella los perros que devoraban a los niños...
Todo eso se oye. En la cárcel mamertina apenas el murmullo de Pedro y de Pablo bautizando a los prisioneros como ellos, con el agua pútrida del pozo, en el sótano aplastante que comunica con los subterráneos... La humedad y el agobio del cielorraso bajísimo aún están, presentes e inalterables, en ese lugar.
Y el famoso gato de Roma no faltó a la cita, tirándose a los brazos de mi hija y convirtiendo al conjunto en "mascota", muchacha y animal, para los turistas orientales sonrientes con poderosas cámaras (y qué cámaras!).
Pasamos por el Pantheón, lo más bello que existe allí son las dos avecillas de bronce besándose por el pico sobre la tumba de Rafael Sanzio. En San Pietro in Vincoli está el fantástico Moisés, casi levantándose de la silla. El monumento a Vittorio Emmanuelle nos impresionó por la cantidad de mármol blanco y de bronce que se le puede dedicar a una sola persona.

La Fontana de Trevi es una perla en una esquina de Roma y la noche se nos vino estando sentadas delante de ella. La mejor pizza de la ciudad se come a metros de la fuente, y el helado de chocolate negrísimo a la misma distancia, pero para el otro lado.
Pero la Piazza Navona... qué lujo! Decenas de artistas pintando aún de noche, bajo los faroles. Grupos de violinistas obsequiando magia al paseante. Una casa de marionetas de belleza inusitada nos hizo preguntar si no eran personas pequeñitas. La Fuente de Los Cuatro Ríos coronaba la punta de la plaza, acompañando con el sonido del agua la noche
Nos habíamos hospedado en la casa de Eleonora, cruzando la calle en la entrada misma del Museo Vaticano. De modo que el segundo día fue dedicado a esta recopilación increíble de historia y de arte que nos llevó horas ver. Momias, esfinges, sarcófagos, esculturas griegas y romanas, pinturas sacras, cielorrasos con trampas para el ojo, verdaderas trampas. Yo buscaba algo puntual: La Escuela de Atenas y La Liberación de San Pedro, ambas en los recintos de Rafael, y las encontramos renovando la emoción. Aristóteles, Sócrates, Pitágoras, Platón, Hypatia, todos juntos en forma imaginaria en la pintura, mientras un Rafael escondido en el público oyente nos miraba directo a los ojos. Qué bonito que era!

No quise seguir al grueso de la gente yendo en la misma dirección, sabía que por una escalerita insignificante, a la izquierda, se desembocaba en la Sixtina y así fue. Preguntando la encontramos y bajando por ella llegamos a la mítica y mística Capilla con paredes casi todas boticellianas y el cielorraso multicolor. Era fácil imaginar a Miguel Angel pintando allá arriba de espaldas, con los pies tan hinchados pidiendo que le corten las botas para poder sacárselas. Las figuras son tan grandes que, a pesar de empequeñecerse con la distancia, se pueden apreciar todos los detalles. Uno le causó gracia a mi hija: el pellejito vacío que uno de los ángeles salvadores lleva en sus manos, dentro de un bote, en el juicio Final, que es el retrato del mismo autor, una humorada, burlón siempre ante el clero, considerándose un ser que no pertenecía ni al cielo ni al infierno, sólo una piel, ni siquiera su alma. El maestro sabía que el alma de los grandes es libre...


Del Vaticano volvimos a la Piazza Navona, esta vez de día. Natalia quería fotografiar a unas marionetas y de eso no se iba a privar

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