Viajar no es sólo ver arte, también se aprende y se disfruta de su geografía humana y, con ella, de sus artes culinarias (¡artes al fin!) y las exquisiteces propias de cada región. Cuando nuestro amigo de Madrid nos invitó con un cocido madrileño cometimos el primer acto de gula, comer porque sí el segundo plato, qué manjar... Aunque, sólo por ideas preconcebidas más que por otra cosa, dijimos "paso" al llegar la hora de las orejas de chancho...
En Avila son famosas sus yemitas, repostería hecha a base de yema de huevo, hay muchas variaciones en su elaboración, pero las auténticas y clásicas yemitas son aquellas que, en su forma natural, sin romper, se azucaran y acaramelan, colocándolas en pirotines. Avila muestra un despliegue de artesanías comestibles que engañan al ojo haciéndonos creer, por ejemplo, que se trata de frutas o verduras en miniatura: perfectas!
El despliegue de cosas ricas para comer y para llevar es infinito, cuando se viaja. Un consejo para los que gustan de lo salado: a no perderse el lomo embuchado! Es como un jamón crudo totalmente curado (oscuro, rojo amarronado) sin una sola línea de grasa... Linda, la cara de golosa de Natalia entre tanta variedad de delicias de Ávila!
En Santiago de Compostela la tarta gallega es obligatoria de comer: bajita, esponjosa en lo justo y espolvoreada con azúcar y canela... Con Natalia nos encontramos en el medio, atacándola por ambos lados. Los "peregrinos" no podían faltar, pero sólo miraron.
En Galicia hay panes frutados, panes salados, panes con sabores, variedad amplia de panes. Tartas, empanadas gigantes, empanadillas. La base es el pescado, cuando se trata de lo salado.
Las delicias culinarias dulces son tan variadas que, de seguro, se necesitarán muchos viajes o muchos días de estar para probarlas. Son tan tentadoras a la vista como delicadas al paladar, jugando mucho con acaramelados, gelatinas, nueces, baños de azúcar, manzanas, nugatones, ricotas...
Pero cuando se quiere comer salado, la estrella absoluta son la langosta y la centolla. Pobres bichos que nos miran desde las peceras-vidrieras, esperando su triste sino, el de morir en el agua hirviendo.
En Madrid también son típicos los panes pero, por sus formas, son como nuestros panes caseros hechos como para jugar: peces, coronas, puercoespines, trenzas, tortugas...
Y quien ha ido por bellísima Plaza Mayor de Madrid, no ha podido dejar de visitar y admirar al famoso "Pescaíto Andalú", un lugar declarado patrimonio español, de interés turístico por los reyes de España. Allí se pueden ver las cabezas de los formidables toros de lidia que mataron a toreros y también una galería de fotos de estos toreros achurados... Todo mientras se degustan delicias madrileñas de las más dispares. Un dato curioso: El Che, desde una foto, nos muestra el testimonio de su visita al lugar.
En Toledo el rey es el mazapán. Se hacen hasta concursos para ver quién es el más hábil de los pasteleros para hacer obras de arte comestibles. Reproducciones exactas de sus catedrales y sus alcázares, como enormes y verdaderas maquetas, son realizadas totalmente en pasta de almendras y exhibidas en sus orgullosos comercios con la etiqueta del premio o su certificado de participación en el concurso.
Pero con el mazapán se hace de todo, también las miniaturas con forma de panecillos o medialunas son caros bocadillos típicos para llevar.
Y en Móstoles, cerquita de Madrid, nuestros queridos amigos nos agasajaron con la sagrada, inimitable y fantástica paella, orgullo español en todo el mundo. Viva la paella!
Elizabeth
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