A la madrugada, ni bien despuntó el sol, ya veíamos la Basílica entrando por la ruta a la Estación Terminal. Dicen que los peregrinos, luego del cansancio, el tiempo y el esfuerzo, cuando la ven al amanecer, al recodo del camino, se les eriza la piel.
Magnífica, la piedra rosada, tan parecida a la piedra maré de Mallorca, como las que construyeron el castillo de Bellver, con suaves vetas. La Basílica está impecable, un trabajo perfecto de mantenimiento.
Dentro de las innumerables bóvedas de cañón, el estilo de la Basílica es sencillo en extremo. Un altar luminoso de mármol y algunas cantorías muy discretas con detalles dorados, lo único que se destaca es la imponencia de las formas señoriales y el tamaño. Diría que esta Catedral es femenina casi, por sus detalles delicados y primorosos de la fachada y su interior de curvas agudas.
No hay límite, los nombres trepan las alturas...
Y se pierden en el tiempo...
Conmueve la presencia de testimonios y de ruegos
Las esculturas de mármol son sencillas también, pero magníficas, no abundan pero encantan.
El órgano, un gigante que espera que lo despierten.
Los vitraux, un relato de historias.
Recuerdan la famosa caída de la cruz de 1.700 kilos? Fue a medianoche y, por milagro, no mató a nadie y sólo hizo un hoyo en la vereda. Ahora, restaurada, se exhibe a un costado, sobre el suelo y arriba fueron reemplazadas por réplicas exactas.
Toda una gran señora que, en silencio, grita la fe de los miles de fieles que la visitan a diario...
Dentro de las innumerables bóvedas de cañón, el estilo de la Basílica es sencillo en extremo. Un altar luminoso de mármol y algunas cantorías muy discretas con detalles dorados, lo único que se destaca es la imponencia de las formas señoriales y el tamaño. Diría que esta Catedral es femenina casi, por sus detalles delicados y primorosos de la fachada y su interior de curvas agudas.
Cada ladrillo tiene nombre, y cada nombre está grabado, sin afectar en lo absoluto la línea arquitectónica. La Basílica es la personificación de la fe más que ninguna.
No hay límite, los nombres trepan las alturas...
Y se pierden en el tiempo...
Conmueve la presencia de testimonios y de ruegos
Las esculturas de mármol son sencillas también, pero magníficas, no abundan pero encantan.
El órgano, un gigante que espera que lo despierten.
Los vitraux, un relato de historias.
Recuerdan la famosa caída de la cruz de 1.700 kilos? Fue a medianoche y, por milagro, no mató a nadie y sólo hizo un hoyo en la vereda. Ahora, restaurada, se exhibe a un costado, sobre el suelo y arriba fueron reemplazadas por réplicas exactas.
Toda una gran señora que, en silencio, grita la fe de los miles de fieles que la visitan a diario...
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