Apuntes de Viaje.

Arre, caballito, vamos a Belén! (1º Parte)

Mayo de 2008

Salimos antes de las tres de la tarde de Mar del Plata, de la puerta de la Casa Museo. Éramos 25 personas que nos lanzábamos a una aventura única. Salvo yo misma, nadie conocía Belén, de la provincia de Catamarca, a 1.980 kilómetros de nuestra ciudad, Mar del Plata, de donde partí por última vez cuando Natalia tenía un año, es decir, hace 25... Siempre quise volver y se presentó la ocasión propicia para concretarlo. Había mucho que hacer de bueno allá, que nos propusimos hacer nosotros y, además, todos estaban dispuestos a vivir las emociones que buscábamos. Eramos parte de la familia del escultor Hidelberg Ferrino (hijos, nietos, sobrinos), amigos y alumnos del Taller de Arte. Queríamos ir a visitar la obra cumbre del maestro, la colosal Señora de Belén, enclavada en el cerro El Tiro, modelada "in situ" a 1.500 metros sobre el nivel del marArre, caballito, vamos a Belén! (1º Parte)

Cuando llegamos a Jesús María, Córdoba, hablé con los choferes secretamente para que se desviaran de la ruta y entraran a la avenida principal. Grande fue la sorpresa de todos de ver al Monumento al Jinete, basado en el logo del Festival Nacional de la ciudad, realizado por Ferrino. Yo nunca lo ví emplazado desde que salió del Taller y los demás tampoco. En su basamento tiene las placas con los nombres de los jinetes campeones más gloriosos de sus festivales.

Ya saliendo de Córdoba y doblando al oeste para Catamarca, pudimos apreciar la punta de la Salina Grande, un desierto "nevado" hasta el horizonte

Al entrar a la Quebrada de la Cébila el deslumbramiento fue total para todos por su paisaje único, extraordinario, la pasamos tan lento como pudimos para apreciar cada detalle. Los mismos choferes descubrieron un paraíso. Todo era camino muy conocido por mí, lo hice 12 veces, pero volverlo a ver es siempre como la primera vez.

Había que bajarse! Y eso hicimos, para caminarla un poco, tocarla, vivirla, se pueden sacar mil cuadros para pintar de allí...

Internándonos nuevamente en La Rioja, por esas cosas caprichosas del camino que sortea la montaña, yendo por el valle de Aimogasta... se rompe la pieza más irrompible de un vehículo: el distribuidor de gasoil. Algo inexplicable, sobre todo en un minibus super revisado y muy nuevo. En estos segundos filmados se puede ver la inmensidad desértica:

http://es.youtube.com/watch?v=c-wn-m5r0DM

Y el camión que se ve allí mismo es el que se detiene delante de nosotros, retrocede y nos engancha a todos con la cuarta para llevarnos al pueblo de Aimogasta, bastante cerca de allí.

Es realmente árido, el lugar! Sin embargo, como pudieron apreciar, nadie se sintió mal, estábamos tranquilos, la gente sentía mucha paz, el lugar invitaba naturalmente a tener paciencia, por lo que nos dedicamos a recorrer, mirar plantas, frutitos, troncos de algarrobos secos y nudosos, piedras con mica, mientras los choferes trabajaban enganchando el minibus. La gente de nuestro noroeste es muy solidaria, saben que a cualquiera les tocaría pasarlo, por lo que siempre existe quienes dan una mano al estancado.

Era realmente insólito, hasta cómico! Veinticinco personas llevadas en arrastre por un camión... Los choferes fueron todo el tiempo "de diez", se preocuparon mucho por nosotros, infundieron confianza, mostraron un profesionalismo impecable en todo sentido

Era realmente insólito, hasta cómico! Veinticinco personas llevadas en arrastre por un camión... Los choferes fueron todo el tiempo "de diez", se preocuparon mucho por nosotros, infundieron confianza, mostraron un profesionalismo impecable en todo sentidoEn la Terminal de Omnibus de Aimogasta esperábamos que llegara, desde la ciudad de Tinogasta, un micro de línea que fue enviado especialmente para nosotros.
Y en un micro enorme, en donde todos podíamos desparramarnos, partimos para Belén, definitivamente. Luego caímos en la cuenta de que el minibus DEBÍA romperse, porque eso dio lugar a otras cosas que, de no haber sucedido, no las hubiéramos vivido.
 Dios sabe lo que haceComo, por ejemplo, entrar a Belén de noche y no a la tarde, como estaba previsto, y ser recibidos y guiados por la Señora de Belén, alta en el cielo, haciéndonos conmover hasta las lágrimas a todos... Al fin! El sueño de todos de conocer la obra del maestro se estaba cumpliendo, y el mío de volver, cuando creía que nunca lo iba a poder hacer...

Bien dijeron los diarios en la época de su inauguración, que "No habrá más noches sin luna en Belén". Ahora supimos porqué!

En el Hotel Belén, en remodelación a todo lujo y con decoración de estilo diaguita, nos esperaban con la cena lista y la mesa tendida...
Esa noche dormimos como en un sueño mágico. Después de 26 horas de viaje y 25 años de espera, pisamos tierra belicha...

(Continuará) Elizabeth